Telergia obra de Máxima Romero en pequeño formato. Rotulador,y bolígrafo sobre fieltro reciclado.

Obra: Telergia, Máxima Romero. Partículas de oro, rotulador y bolígrafo sobre fieltro reciclado.

Todavía atado y estrechamente ligado al mercado, el Arte Contemporáneo no puede dejar de ser esclavo. Ni de cotizaciones diarias, ni de valoraciones monetarias, ni de ubicaciones cerradas, y menos de inversiones multimillonarias. Lejos de aquel lugar al que pertenece.

Para servir al fin social e intelectual al cual debe pleitesía, debería evolucionar en algo superior a sí mismo. Debería ser un arte regalado, sin contraprestación. Un arte todo por amor; sin esperar nada a cambio.

Un cambio tan drástico sólo puede darse si la renovación interior es muy profunda. Y nada, salvo lo que pueda hacer Donald con su dedo índice apretando un botón dentro de una maleta, lo hará mudar.

Si durante el siglo XX pretendía convertir el mundo, en el siglo XXI apenas procura subsistir. Por lo que puede que ya esté muerto, tal y como lo conocíamos. Sólo podrá renacer si se transforma a sí mismo desde dentro. Entendiendo sus debilidades, sintiendo que apenas puede hacer nada para ayudar a la comunidad.

Si acepta su debilidad y limitaciones, hay una posibilidad de resurgir. De lo contrario se esfumará diluido entre las Ciencias, como si nunca hubiera existido.

ARTNOBEL Inspiration Review of Contemporáry Art nº 11