“El arte es la educación del hombre” Friedrich Schiller

Cuando todo se desmorona, cuando un mundo nuevo emerge ante nosotros, es el momento de la consiliencia. Es el momento de empezar de nuevo, de renacer; esta debe ser nuestra actitud, no hay tiempo para la queja ni el pataleo.
Es el momento de reinventarnos, de la creación como herramienta para salir; abrir la puerta a aquellas formas de entender lo social, cultural y económico. Momento para acariciar el pensamiento creativo, y discrepar, y criticar, y criticarnos de forma constructiva tanto en las ideas, como en el espíritu. La divinidad del arte no reside en la perpetuidad de una prolongación temporal interminable. El arte contemporáneo debería ser perdurable por su plasmación perfecta del momento. Podemos no entender esto cuando nos dejamos llevar por la falsa idea ilimitada del tiempo. La eternidad del arte contemporáneo y su excelencia la captamos cuando percibimos y vemos gracias a ese sentimiento. Desde una mirada abierta, sin prejuicios observamos la presencia de espíritus nobles, de su obra y de su arte. En ese instante de presencia plena el arte muestra toda su brillantez. No se trata de una eternidad compuesta de momentos temporales, sino algo interior lleno de luz.
Muchos temas de interés para los artistas contemporáneos atraen a los neurocientíficos por igual. Es apasionante ver, cuanto más solapadas están las múltiples disciplinas, más valor tienen para el artista. Nada como mezclar información procedente de disciplinas sin relación aparente con experiencias anteriores. Entonces podremos librarnos de hábitos convencionales en nuestro modo de pensar. Resulta inevitable salir de unas posiciones para meternos en otras. Al fin y al cabo, ha sido nuestra manera de pensar habitual la que nos ha llevado hasta aquí. Sin embargo, tendemos a quedarnos en lo conocido, sin atrevernos a aventurarnos al otro lado de la puerta, con la duración y frecuencia suficiente como para obtener ideas que valgan la pena.
Entonces para escapar de ese encasillamiento, deambularemos con frecuencia, sin esperar a que todas nuestras salidas resulten suficientemente valiosas. Hasta que llegue el momento en que tan sólo una, lo sea.
(*) El entomólogo y biólogo estadounidense Edward O. Wilson, premio Pulitzer de los años 1979 y 1991, utilizó este término para describir la unidad de conocimientos que conecta disciplinas, en apariencia, no relacionadas.
Abate Bussoni
Editorial publicada en la revista #17 de ARTNOBEL Inspiration Review of Contemporary Art protagonizada por el artista español Guillermo Altadill.