“…le oí decir que el arte contemporáneo tiene un lado peligroso, porque te aburguesa y hace olvidar los orígenes. La marca de la legitimidad, repetía, jode a cualquier artista bueno. Ellos te hacen suyo para siempre, como vender tu culo en un parque. Y no sepuede estar con un pie dentro y otro fuera… que una instalación oficial sea considerada arte y otra no oficial no lo sea… ¿Quién pone la etiqueta?, preguntaba. ¿Los galeristas y los críticos, o el público?… Dudas como bombas. –Apuntó Náo… Lanzar sobre la ciudad dudas como si fueran bombas. El grafiti necesita campos de batalla, y esto es lo que los escritores tenemos más a mano. El arte es una cosa muerta, mientras que un grafitero está vivo. Bombardear periódicamente es necesario… En un museo compites con Picasso que está muerto, mientas que en la calle compites con los cubos de la basura y con el policía que te persigue… Nunca como ahora fue verdad la vieja afirmación de que la auténtica obra de arte está por encima de las leyes sociales y morales de su tiempo… Me gusta esta forma de vida –dijo sin dirigirse a mí en particular-. Vivir en el lado turbio de la ciudad…Llego con la oscuridad y dejo mensajes que después, con la luz, todos pueden ver… Detesto a quienes pronuncian artista dándose importancia. Incluidos los idiotas que llaman aerosol art al grafiti, y todo eso… Además, las exposiciones en museos están agotadas. Ya es como ir a la Toyota a comprarte un co- che. No hay diferencia… El arte sólo sirve cuando tiene que ver con la vida –dijo-. Para expresarla o explicarla… ¿Estamos de acuerdo en eso?… El arte actual es un fraude gigantesco, señaló. Una desgracia. Objetos sin valor sobrevalorados por idiotas y por tenderos de élite que se llaman galeristas con sus cómplices a sueldo, que son los medios y los críticos influyentes que pueden encumbrar a cual- quiera, o destruirlo… Las calles son el arte… El arte sólo existe ya para despertarnos los sentidos y la inteligencia y para lanzarnos un desafío. Si yo soy un artista y estoy en la calle, cualquier cosa que haga o incite a hacer será arte. El arte no es un producto, sino una actividad. Un paseo por la calle es más excitante que cualquier obra maestra. Imagina –añadió viéndolos alejarse- una ciudad donde no hubiera policías ni críticos de arte ni galerías ni museos… Unas calles donde cada cual pudiera exponer lo que quisiera, pintar lo que quisiera y donde quisiera. Una ciudad de colores, de impactos, de frases, de pensamientos que harían pensar, de mensajes reales de vida. Una especio de fiesta urbana donde todos estuvieran invitados y nadie quedase excluido jamás… ¿Puedes imaginarlo? –No.”

El francotirador paciente de Arturo Pérez-Reverte. Editorial Alfaguara
LA BELLEZA DE LA MENTE COMO ARTE CONTEMPORÁNEO
En el siglo XVIII, la estética otorgó el respaldo necesario a la autonomía del hecho artístico, empezando a gestarse un nuevo ciclo en la historia del arte. Hoy lo llamamos arte moderno. El arte fue alejándose de lo político, religioso, y social. Comenzó la búsqueda de su propia identidad. Hasta entonces, lo que era artesanía empezó a ser considerado arte.
Según los principios de la Sturm und Drang, la esencia del arte es la belleza, la esencia de la religión es la bondad y la esencia de la filosofía es la verdad. Cada uno representa momentos de la evolución espiritual del individuo. Schiller traza una línea de unión entre arte, juego y vida. Unión que se produce porque el arte, que está emparentado estructuralmente con el juego, logra armonizar aspectos racionales y sensibles del individuo. El arte permite jugar con la belleza, y es en este juego donde se encuentra el punto álgido de su humanidad. Pero este juego con la belleza no es del todo inteligible; ha dejado de tener lo bello como ideal. Parte de la tesis concluye que la belleza, no puede ser explicada en términos psicológicos.
La belleza sitúa el ánimo de quien la contempla en un punto medio en el que, libre de la ley del entendimiento, no obra sobre ella coacción alguna. Encontramos bello, aquello cuya forma se entreteje con nuestros sentimientos y cuya vida toma forma en nuestro entendimiento. La transformación en la estética la observamos en la ruptura con la imitación como esencia del arte. El romanticismo alemán no examina el arte desde la óptica de la imitación, sino desde la perspectiva subjetiva que se expresa en la obra artística.
La estética transmitida por Hegel no se focaliza en la imitación, abriendo el concepto de lo artístico hacia otras culturas. Sin embargo, esto identifica el arte y su auténtico valor con la expresión de subjetividad. De esta manera entiende que el arte germánico debe ser ideal y no centrarse en la naturaleza. En lugar de mirar a la naturaleza, otras culturas encontraron en la interioridad humana su inspiración. No buscaban representarla, sino sólo representar su propio espíritu. Hegel sostiene que la belleza artística no puede reducirse a una imitación de la naturaleza, pues la belleza del arte pertenece a la mente y sólo la mente es capaz de la verdad. Es la mente la que percibe belleza en las creaciones, porque sólo la mente descubre la verdad subjetiva. La verdad de la propia concepción del ser humano en sus manifestaciones artísticas.
Por lo tanto, para ser bello ese algo tiene que ser producto de la mente. Y la mente bella es aquella cercana a su propia esencia. Aquella que ha alcanzado el punto inicial de su creación… Donde reside tu niñez.
Abate Bussoni
Editorial publicada en la revista #18 de ARTNOBEL Inspiration Review of Contemporary Art protagonizada por la coleccionista Alejandra Castro Rioseco
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