La religiosidad tradicional se está viendo arrinconada por recientes acontecimientos relacionados con la iglesia católica, repercutiendo en las demás. Lo que está suponiendo un renovado empuje a nuevos modelos de creencias, ya instauradas, poco o mal entendidas, y peor asimiladas. Todo vale. Nada sirve, nada es suficiente.
Mientras, el sistema armonizado de medios de masas está dando paso a otros modelos sin estructuras definidas, mostrándose aquellos como mero apéndice de poder traicionando a sus audiencias. No es extraño pensar que estamos en manos de manipuladores sin mayor interés que sus propios negocios. Para quienes el juego del dinero es su única creencia. Malas o falsas noticias.
La defensa que prometen estas masas, está en la transformación sigilosa que los nuevos participantes están teniendo mediante la segmentación y el deseo de autoafirmación continuados. Observamos cambios sustanciales en la sociedad, cambios de hábitos, avanzando la llegada de una superestructura llamada blockchain. Una cadena de bloques intentando llenar de transparencia, seguridad y economía, la aldea global.
El uso y legislación de esta herramienta, determinará el paso definitivo del tratamiento indiscriminado de individuos a su fragmentación, delineando una nueva armadura conceptual del sistema de convivencia.
Como siempre, la falta de conciencia particular respecto a lo global, puede dar al traste con todos los mecanismos creados ex profeso para establecer una sola y única sociedad, aderezada con matices y diferencias.
Aunque presentimos que el final es la ironía del ideal de la obra de arte universal; nunca seremos dioses sin aprender el verdadero significado de la humildad.